Había una vez una ardillita que se llamaba Clarita. Era pequeñita y de color gris. Un día que estaba paseando con su madre se perdió. Estaba nevando y hacía mucho frío. Clarita fue a pedirle ayuda a su amigo el conejito Charlón, pero como hacía mucho frío estaba calentito en su madriguera. Entonces Clarita llamó a su puerta. Charlón pensaba que Clarita era un ladrón y puso una trampa para atrapar ladrones. La ardillita se cayó dentro del agujero. Charlón vio que no era un ladrón, que era Clarita y la rescató. Luego fueron a buscar a su mamá.
FIN